Quiero que me des envidia por tu ilusión por todo. Me hablarías de tí como si quisieras ponerme al día de todos estos años que no te conocía. Quiero que no deje de pensar en qué es exactamente lo que te hace especial. Que quiera volver a verte sólo para estudiar de reojo tus movimientos. Que me pase el día trazando planes sólo compartibles contigo. Que me sea de vital importancia tus consejos, y así depender un poquito de ti. Que cuando opines me abras nuevos mundos, diferentes puntos de vista que no imaginaba ni que existían. Que me descoloques y nunca sepa por dónde vas a salir o de qué lado te vas a poner si no te lo pregunto. Quiero que los silencios valgan más que las palabras. O que no haya palabras. Que contigo hasta los días lluviosos sean soleados y los aburridos toda una aventura que tramar. Que me digas lo bien que hago las cosas apuntillando algo que me haga ver que has estudiado mis pasos. O, si es necesario, que me escondas tras tu espalda después de haberme dicho por qué lo he hecho tan mal. Que seas tan tú que yo sólo sea yo a tu lado. No quiero un “iré contigo a donde sea” sino un “tú y yo hasta el final”.