Cuando era pequeña no jugaba con muñecas, ni con autos, ni con tierra. Cuando era pequeña me sentaba a mirar las mariposas que se enredaban en las flores de mi abuela, y recuerdo que ella me decía: 'si no salen de la enredadera, serán todas tuyas'. Yo nunca las quise para mí, siempre pedí para que pudiesen ser libres y siguieran agitando sus hermosas alas por mi patio. Me conformaba con mirarlas, o cerrar los ojos y creer ser su amiga.
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